lunes, 23 de junio de 2008

Resaca de Yolanda Bedregal

Cuando ya la resaca deje mi alma en la playa,
y del arco agobiado de mi espalda se vaya
el ala cercenada, cual vela desafiante,
en cicatriz y estela prolongarà el intante.

Quedràn vigilando, sìmbolo intrascedente,
dos obres ojos pròdigos y una mendiga frente.
Catacumba de agua, amor! no me conoces!

Ni nadie nos conoce. Sòlo hay fugaces roces,
desencuentros, en la prieta mudez de encrucijadas.
Exìan su demora presencias nunca halladas.

No son cruz ya ls brazos ni altar para holocausto
de salvajes ternuas. Con su claror exhausto,
un sol desalentado ahonga los abismos.

Somos polvo y lucero, todo en nosotros mismos.

Para esta elemental ceniza taciturna
sea la inmensa làgrima del Mar celeste urna.

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