Se desmayó al saber de la muerte de Pedro Infante.
Por: Marcela Gereda / Elperiòdico
Entre chiflidos y bullas, cantos y alegres notas de guitarra, escucho un efusivo “Te miré, estabas tan...bonita tan sensual. Te imaginé ajena y me hizo mal…Aaay, aaay amor...aaay, aaay qué dolor… contigo tenía todo y lo perdí”. Son unos policías a la vuelta de la Casa Presidencial, echando unas chelas a las diez de la mañana. Buen ambiente, me digo, no me detengo porque tengo que asistir a un evento “cultural” en el Palacio de “la Cultura”.
Camino con mis compañeros de trabajo, Adrián y Juan Carlos, al lanzamiento de la V Feria Internacional del Libro en Guatemala (Filgua 2008), la cual comenzó con la infalible y aburrida marimba y el Himno Nacional. Me pregunto, ¿por qué cantamos y celebramos lo que no somos y lo que no tenemos?, ¿por qué empeñarnos en hacer sonar la triste y funesta marimba en actos oficiales?
Cantamos y celebramos una identidad inexistente. En donde hago trabajos de campo, ahí, la gente para animarse e identificarse no escucha marimba. La marimba se usa en los velorios.
Cantamos a una identidad inexistente, nunca en la historia de este país el Estado ha tenido una política para hacer una nación de todos y para todos, ni crear cohesión social entre los “ríos culturales” que somos. Me pregunto, ¿cómo podríamos hacer nación más allá de los símbolos patrios?
En el lanzamiento de Filgua, el vicepresidente Rafael Espada dijo: “Existe un serio compromiso y convencimiento de que la cultura y la lectura, en específico, son el motor para el desarrollo de un pueblo”.
¿Quiere este Gobierno apoyar una campaña de lectura? Excelente. Pero ¿cómo le podemos pedir a un pueblo sin educación y sin identidad que lea? Peor aún, ¿cómo le podemos pedir a un niño que no tiene nada en el estómago que lea? Tierra, créditos, herramientas, empleo, salarios justos, serían la mejor campaña de identidad que le generaría el Estado a la población.
Primero sería necesario lanzar una campaña de identidad que nos diga quiénes somos los chapines, qué nos une, qué nos hace ser y estar como estamos. ¿Por qué no comenzar a conocer lo que somos a través de nuestra propia literatura?
La literatura es fundamental porque crea sentido de pertenencia y cohesión. Para una campaña de identidad es imprescindible porque en ella se registran maneras de ver el mundo, en esa necesidad que tenemos los humanos de interpretar nuestro entorno para explicárnoslo. La literatura es un acto de conocimiento y de autoconocimiento.
Cuando digo una campaña desde la literatura me refiero a hacer reformas curriculares para aprender aquello que somos pero que desconocemos, aquello que somos pero que negamos. Conocer todo ese bagaje valiosísimo que ignoramos.
Escuchar a Chente Fernández es una forma de celebrar nuestra identidad cultural híbrida y abierta, que no se agota en las fronteras. Cuando al padre de un buen amigo le dieron la noticia de la muerte de Pedro Infante, el hombre (zacapaneco) se desmayó. Esto muestra también que no solo la literatura, sino la música nos enseña cómo es ese territorio donde nos inscribimos y participamos, es un proceso de transformación y articulación de identidades híbridas y globalizadas. La identidad guatemalteca no hace falta inventarla, solo hace falta que los guatemaltecos aprendamos a asumirnos como tales, sentir orgullo de lo que somos, celebrar y asumir nuestra diversidad y acoplarla al mundo contemporáneo, enriqueciéndolo.
No podemos amar lo que desconocemos, es necesario recuperar lo que hemos sido y lo que somos, preservar la literatura porque ella es un registro de la cultura y la espiritualidad de otros tiempos y de nuestro tiempo, de eso que nos hace escuchar y cantar a Chente Fernández. Para amar Guatemala hace falta que haya paz, y para que haya paz debe haber igualdad de oportunidades, hace falta una decidida acción de Gobierno para comprometer a todos los sectores sociales en la construcción de ese bien común que es nuestra cultura. De otra manera seguiremos cantando esta canción, pero en vez de a un amor perdido, se la cantaremos al Gobierno: “Contigo tenía todo y lo perdí”.
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