miércoles, 28 de diciembre de 2011

Un martes por la tarde

Con un bisturí, te partí en dos.  Suave, lento y sin apuros, los tejidos empezaron abrirse.  Vos sonreías, y mientras trataba de concentrarme, me jugabas bromas para distraerme.  Me alborotabas el  cabello, hablabas de esos detalles que descuido y que tantas veces mencionas que no te gustan.  Me detuve, el reloj y otros pasados se me enredaban en los dedos impidiéndome mi labor.

El momento era el ideal.  La enfermedad de deseo nos había tomado y la habitación había sido construída para la ocasión.  Bajo una seducción, aceptamos hasta terminar acá.  Pasamos días soñando este momento, nos contemplábamos a la distancia, sabiendo lo que queríamos y que sin palabras iniciamos.   Vos dejándote, yo comprendiéndote con ciertas dósis de miedos sin ganas de desgarrar.  Luego de un rato, dejaste de prestarme atención y con los ojos entreabiertos me pintabas paisajes desde dentro.  La racionalidad, me tenía sitiada y con impulsos traspasaba tus sueños llenos de nubes con forma de libélulas tecnicolores.

La neblina bajo, la oscuridad se coló por los vacíos y el silencio acabó con el sonido.  Fue justo allí, que me solté, puse el bisturí sobre la mesa de té y de un único salto supe que era nuestro final.  Abriste los ojos, sin pensamientos me prometiste tanto y de a poco me comiste, a la orilla del buró y al lado de la cafetera italiana.  

Al terminarme, escondiste el reloj detrás del sillón, y mis pasados ahora los llevás encarnados en las uñas.  Ésas que pintas con aerosol barato.

martes, 27 de diciembre de 2011

Mientras duermen

Nada en la calle, nada.  El silencio el único rey del lugar.  Los gatos con las colas tiradas por los tejados y los perros bajo los carros esperando que los motores permeen el frío.  Un par de corrientes de aire se animan y mueven los retazos de pan que la señora de enfrente le tira por las tardes a sus palomas raquíticas que han perdido hasta el valor de volar.

Así pasan las noches, a través de la ventana, con un valle separando las ideas, con comunidades de postales y de publicaciones de notas amarillas que ahora ocupan los primeros lugares de los escaparates.  Los árboles exhalan, sacando toda su energía combatiendo la soledad y salvando lo último de aire fresco que los carros han dejado durante el día.  Los tendederos vacíos, esperando ropas de colores, olores artificiales y pequeños pájaros que se mecen para hacerles cosquillas.  Las noches son amplias, futuros inmensos, con alumbrado público destarlado llenos de mensajes de amor y notificaciones de deudas.  

Y yo, esperando inmóvil con las manos heladas frente al sedazo, con el techo lleno de promesas y las paredes cubiertas de todo lo que quiero.  La música no se anima aparecer.  El ritmo de tu respiración suena en mi cabeza, y las ganas de paisajes colectivos me hacen sonreír.  Así pasan las noches, para terminar sin vos, justo antes que el amanecer me haga dormir, finalmente.

martes, 20 de diciembre de 2011

A corazón abierto

Mientras navegaba en una lancha.  Bajo el silencio de la madrugada.  Olvidándome del resto del planeta.  Siguiendo con la vista el pasado.  Con los dedos metidos en el agua dulce, fresca y sedosa.  Todo pasaba frente a mis ojos.  Personas e imágenes que me hilan se esfumaron.  Bajo un conjuro me seduje, hasta cerrar los ojos.

Sin el sol, sin necesidad de él.  Helándome la piel, los reflejos de la luna anterior.  Los peces me volcaron hasta las profundidades de mis deseos y anhelos de ayer.  Lo que soy se volvió enorme.  La razón llegó justo a las 5:45 de la mañana, tensó el cielo grisáceo, llenándolo de partículas de nuevo día.

Sonreí, como respuesta de un golpe de aire fresco.  Me vi lejos, desdoblándome luego de años, sin dudar me volví a mi, me supe y sin pedirlo sentí el agua dulce en la boca, las nubes me cubrieron y desié con todas mis fuerzas, con todos los nombres y con todas mis identidades.

Me abrí el pecho y me dejé, me dejé vivir con restos de orquídeas y los aleteos de las aves silvestres.  Me hice eterna.

martes, 13 de diciembre de 2011

La Amora

Entre estampados, sobre estampados y miles de colores.  Llena de olores dulces y suaves.  Sabe a menta, galleta y café.  En su memoria rondan ideas sueltas, historias tejidas y conocidos/as en media ciudad.  La azúcar su adicción y miles de chocolates son su motín diario.

Daríamos la vida por vernos sonreír.  Me llena de música que me hace bailar, soltar los brazos y dar vueltas con ella en medio de la habitación.  Las mañanas inician con su lado infantil y la política injusta de este país.  Me recuerda lo que soy, es y somos, juntas sin ningún tiempo ni espacio, con esa complicidad de vida, amor y eternidad.   

Construye mi lado humano y me invita creer en las luces de colores, el aire fresco y la felicidad.  Es lo que creo es el amor.

Es, la Amora.  La que ahora llevo del brazo, y ella me guía con sus ojos grises.

martes, 6 de diciembre de 2011

Piedritas de río

El agua corre, tan rápido que helada los dedos, tan ligero que se sienten cosquillas en las palmas y tan cristalino que se piensa que es un juego visual que la imaginación, crea.  La maleza de siglos cubre las piedras, entre humedades y partes secas los peces hacen sus nidos como aves en altos árboles en sitios sin descubrir. 

Muy cerca de la orilla enormes rocas, que crecieron como flores silvestres para proteger los alrededores de esa mierda de basura que la gente deja caer desde las tuberías a miles de kilómetros de allí.  El sitio se aromoniza, entre el silvar de las aves de paso, los renacuajos que juegan a ser ranas y las piedras que se deslizan una a una por los riscos.  Los árboles se mueven y bailan con el viento cálido y dulce de las frutas, que a pedazos son robadas por monos que se creen dueños del lugar.  Cada quien en su sitio, las flores en puños dentro de floreros de madera virgen, se esparcen por la corriente, iluminada por las luciérnagas sin tregua, mientras las abejas roban polen para alimentarse del otro lado de la corriente. 

Y así pasan los días, con ofrendas de palmeras, bambú y torres de piedritas tornasol.  El agua lava, purifica el ambiente, y en silencio se esconde de los caminos anchos, de la explotación y de la maldad de ponerle precio a algo invaluable.