miércoles, 29 de febrero de 2012

Deseos de embriaguez

El sitio lleno de carjacadas, palabras sin sentido y rostros perdidos entre pensamientos íntimos.  Salí, sin mediar palabra, me llené la boca con un golpe de cerveza y entre intentos de enfoque, saqué un cigarro de un bolsillo ajeno.

Esta vez las luces de la noche me sedujeron, me recosté en el baúl de un auto rayado.  Los semáforos allí, puestos del mismo lado y con una sincronización exacta, casi por milésimas de segundo titilaban y cambiaban de color.  Las paredes llenas de pintas y sombras que rebotaban impulsadas por el sonido del bar, mis pensamientos y las bocanadas de tabaco podrido que me salían por los poros.

Me puse a divagar, en la mierda que últimamente ando, en ese nudo de llanto que hasta el amarillo titilante me invita a sacar, y las ganas de gritarme que es paja éso que me digo todas las mañanas frente al espejo.  Entonces empecé a desear, supe que lo que realmente necesitaba era una especie de golpe, seco, sin aviso y a quemarropa, como esos shock eléctricos que dan en los hospitales.  Así podría reaccionar, despertar de la tristeza y poder entonces sanarme con un poco de saliva y lágrimas los pensamientos.  La cerveza se me empezó a caer, el vaso se balanceó y yo a media calle sintiendo el frío calarme las lágrimas, que intentaba ocultar.

Sin siquiera haber terminado de maquinar mi deseo y la obra teatral de mi resurgimiento, sonó el golpe, justo que había imaginado a menos de treinta metros de distancia.  Me empiné lo último del vaso, me quemé los dedos con el resto del cigarro y con cierta confusión entré de nuevo al bar, sin mediar palabra.  

Instantes después, una ambulancia pasó vacía, y el cuidacarros hablaba de un cuerpo muerto muy cerca de allí.

 Alguien me contestó, me dijeron por allí.

lunes, 27 de febrero de 2012

Esa canción que me gustaba

¡Ya no quiero que lo hagas!, nunca te lo había dicho, pero hoy es el día.
Tu voz me destruye desde adentro, me rompe como sol de verano en piel arenosa.
Los recuerdos los dejé ir, no te lo dije pero así fue.
Los besos que tanto deseo darte se quedaron colgados entre la urbanización occidental.

La luna, ¿ahora éso preguntas?  Se ha ido lejos, muy lejos de tu ventana.
Calla, no me digas que vuelva, no me lo pidás, porque desde ayer te arranqué.
Fue más fácil de lo que me había imaginado, como una curita de hospital público.
Aunque he de confesarte que como mañana, seguramente no parará de sangrar.

Los ritmos aun suenan, ¿los escuchás? pues será lo único que nos quedó.
Las frases sueltas y promesas de vidas futuras, las ganas de tenernos hasta el fin, 
son historias pasadas que seguramente pronto olvidarás entre la distancia y el silencio.

Ahora duerme, duermo, lejos como siempre fue.

lunes, 20 de febrero de 2012

Vacuna contra la nostalgia

Dejé de pensar en pasado,
mis discos están llenos de música sin recuerdos,
abandoné el mal hábito de la autoflagelación,
pero sobre todo...dejé de reprocharme los "hubieras".

Ahora soy una zombie, que viste de traje,
asiste a cursos libres de macrame, nunca salgo de noche
y ama los viejos guisos de la revista Vanidad.

lunes, 6 de febrero de 2012

Entre los espacios

Sé que me esperas, llevan días las cortinas cerradas.  Te alcanzo.  Llego hacia vos, como un leve silvido.  Traspaso los espacios y el tiempo para colarme por tu ventana.   Nada entra, solo vos y yo.  Los caminos han dejado de separarnos, las vidas se han vuelto primaveras ajenas, sin esperar nos nombrarnos en un solo murmullo.

Nos sentimos.  Me sentís, como ese frío que eriza la piel y los sabores que marcan el paladar.  Y te siento, entre sonrisas y baños de almendra tostada.  Así pasamos, vistiéndonos y jugando trucos de magia, donde nadie sabe que exitimos, como un deseo de un día de paz, como una feria de luces embriagantes, como todo éso que sabemos que no podrá ser.  Todo se vuelve estático, empapelado con sueños e historias de deseos, ésas que nos quedamos debiendo.  Ésas que sin decirnos sabemos que nos contamos mientras dormimos y nos pensamos hasta el atardecer.

Con las razones suficientes vuelo, vos me esperás y las cortinas nos separan de lo demás, para entonces murmurar con la ayuda del viento y el tiempo, la deuda que nos tenemos.