viernes, 28 de marzo de 2008

Fragmentos Sueltos: Casa Tomada de Julio Cortázar

Les gustaba mucho la casa, esa casa tan llena de recuerdos, pasados y amor. Donde había sido habitada por varias generaciones, bisabuelos, el abuelo paterno, sus propios padres y habían pasado toda su infancia viviendo en ella. Ésta era bastante antigua, de las que ahora no se logran ver, espaciosa y con bastantes detalles propios de la época. En ella se podían albergar varias personas sin amontonarse o estorbarse pero este no era el caso.

En ella, vivían Irene y él, viviendo solos en ella. Dedicándose completamente a ella, donde ocupaban toda la mañana a la limpieza, despertando temprano para cumplir un horario y rutina ya establecido para ambos. Irene se dedicaba a la limpieza ya entrada la mañana de las últimas habitaciones y él, se iba a la cocina. Siempre muy puntuales tomaban el almuerzo, quedando solamente los platos sucios por lavar. Mientras comían pensaban y dedicaban su tiempo en pensar en la inmensidad de esa enorme casa que ocupaban, donde el silencio gobernaba en toda ella, momentos en donde cabían los pensamientos que por su dedicación a ésta nunca la dejaron y no lograron casarse.En el caso de Irene, una persona callada quien no molestaba a nadie, se dedicaba a tejer, sentada en el sillón de su dormitorio. Su hermano aseguraba que el tener para las mujeres era una ocupación para distraer a los demás y no ser señaladas de que no están haciendo nada. Pero este no era el caso de su hermana, donde sus tejidos eran cosas útiles y siempre necesarias. Él era el encargado de salir todos los sábados en busca de lana, para no detener la tarea de Irene, dedicándose a el mismo escoger los colores, cosa que nunca fallo e Irene siempre se mostró agradada por las elecciones. Dentro de sus recorridos por Buenos Aires, tomaba tiempo para él, entrando a todas las librerías en busca de novedades en la literatura francesa, textos que nunca encontraba porque desde hace tiempo no llegaban a estas algún material novedoso para él. Lo principal para ellos y de lo único que hablaban era de su casa. Donde ocupaban la mayoría de su tiempo y el resto para el tejido y los libros. Donde, por otra parte, el dinero para sostenerse nunca les faltó, llegando a su residencia y abundaba lo suficiente para mantenerse y para mantener la casa.

En las tardes no había cosa que disfrutará más que ver a Irene con esa destreza increíble que poseía su hermana en el arte de tejer, sumergiéndose, observando, como las agujas se balanceaban, chocaban y hacían esas lindas prendas, calificadas por él como hermosas. La casa tenía dos puertas, en la primera se entraba del zaguán hacia el living, donde se encontraban los dos dormitorios de ellos y luego la segunda puerta de roble fuerte y segura, la cual conducía a la segunda ala, por un pasillo para el otro lado de la casa parte donde se encontraba el baño y la cocina. Al doblar se encontraba con la parte más grande. Si la puerta de roble no se abría parecía como si fuera un pequeño apartamento.Una noche, mientras Irene tejía en su dormitorio y él se dirigía a calentar agua para el mate. Al caminar por el pasillo después de la puerta de roble hacía la cocina se escuchó un ruido proveniente del comedor o la biblioteca. Era un sonido sin precisión y seco, como el caer de una silla sobre una alfombra, repitiéndose seguidamente en el fondo del pasillo hasta alcanzar la puerta. Él asustado se apoyó contra la pared y corrió hacia la puerta, cerrándola, con la suerte que la llave estuviera de su lado, poniéndole el cerrojo para más seguridad. Contándole a su hermana lo sucedido y entre el susto, la casa había sido tomada.

Los primeros días luego de lo ocurrido se dieron cuenta que habían dejado muchas cosas que necesitaban y querían del otro lado de la puerta de roble. Sus libros de literatura francesa, una botella que Irene había recordado. Deseando recuperar sus cosas, que iban recordando cuando las buscaban en los cajones de las cómodas, para luego mirarse con tristeza. Tristeza que se acentuaba cuando miraban que había perdido una parte de la casa.Claro está que el trabajo se disminuyó, la limpieza les fue más sencilla, donde ya no era necesario levantarse tan temprano y antes de medio día ya estaban sin nada que hacer. Ahora tomaban el almuerzo en una mesa en el dormitorio de Irene. Ella dedicaba mucho más tiempo al tejido, lo cual la alegraba mucho, pero él, tuvo que buscar otra distracción ya que sus libros estaban en la biblioteca, así que para ocuparse y no preocupar a su hermana se dedico a revisar la colección de estampillas de su papá, reunidos más cómodos. Se encontraban bien y poco a poco dejaron de pensar, sumergidos en su nueva rutina. Para luego dormir, sueño que en ocasiones era interrumpido por su respiración, toser y el insomnio que tenían algunas noches. Cuando el insomnio no lo dejaba dormir se levantaba a traer un vaso con agua, mientras él se dirigía a buscarlo. Irene escucho un ruido en la cocina, sin saber exactamente de donde venía se producía y terminaba en el cruce al pasillo. Entonces fue cuando Irene lo detuvo y se quedaron escuchando los ruidos, identificando claramente que venían de ese lado de la puerta de roble, en la cocina y el baño muy cerca del lado que ahora habitaban.Entonces él le tomó el brazo a Irene, sin siquiera mirarnos y corrieron hasta la puerta, sin siquiera volver hacia atrás. Escuchando que los ruidos se hacían más fuertes pero siempre sordos. Fue entonces cuando el de un solo golpe cerro la puerta dejando a los ruidos encerrados, ya sin escucharse. Irene con miedo sostenía aun su tejido y los restos de lana quedaban del otro lado, perdiéndose totalmente. Entonces lo soltó sin mirarlo siquiera.Sin nada con ellos, dejando todo al otro lado de la puerta. Fue entonces cuando él aseguro la puerta tirando luego la llave por la alcantarilla para evitar que alguien se le ocurriera entrar. Abrazó a su hermana, quien lloraba en silencio y empezaron a caminar.

(2) Conflicto: El amor por la casa
(3) Secuencias:
- Situación Inicial: Poseen la casa por completo.
- Proceso: La casa es tomada violentamente por tramos.
- Situación Final: Son desplazados de la casa, sin lograr sacar nada.
(4) Oposiciones: Irene-Él y la Casa
(5) Espacios:
- Living y dormitorios. Después de la Puerta de Roble: Cocina, biblioteca y la parte más grande de la casa.
(6) Tiempos: Pasado a Presente.
(7) Mensaje Ideológico:
Neo-Marxista,
Viniendo bajo el liderazgo del pensamiento de la Nueva Izquierda. En esta nueva corriente, se señala a través de sus pensadores que los sistemas de ideas producidos por las elites sociales que suelen ser falsos y cegadores. Siendo éstos específicos de la superestructura y la orientación llamándose “Crítica a la dominación”. Donde el individuo en este mundo moderno se encuentra dominado. De hecho el control es tan completo y perfecto que no requieren de acciones deliberadas de los líderes. El control penetra en todos los aspectos del mundo cultural.
Donde los individuos se dominan a si mismos, a través de la masificación, alienación y enajenación. Donde carecen de ideas, propuestas y desarrollo intelectual, llenándose de deseos materiales y trabajando bajo patrones de explotación y viejas técnicas de moral.
Por lo anterior señalo que el texto contiene esta corriente, donde la casa a mi juicio representa en un término micro, el cerebro de cada uno, donde es bastante amplio, pero conforme se va acostumbrando a ciertas actividades cotidianas, vacías y sin falta de desarrollo se va estrechando partes de él. Conduciendo al individuo a una permanente reproducción de acciones fuera de toda propuesta y sentido de colectividad.
También es conveniente mencionar que existe la oposición, donde en el caso particular de Guatemala, los servicios y oportunidades son limitadas, dejando afuera a muchos individuos para alcanzar su desarrollo pleno. Claro está, que esta parte esta procesada directamente por el sistema que rige el país, colaborado por el resto de la población quien por su manera de conducir y relacionarse evita una participación directa y positiva en el dominio del poder y los recursos.

miércoles, 26 de marzo de 2008

Sueño para el Invierno de Arthur Rimbaud

En el invierno viajaremos en un vagón de tren
con asientos azules.
Seremos felices. Habrá un nido de besos
oculto en los rincones.
Cerrarán sus ojos para no ver los gestos
en las últimas sombras,
esos monstruos huidizos, multitudes oscuras
de demonios y lobos.
Y luego en tu mejilla sentirás un rasguño...
un beso muy pequeño como una araña suave
correrá por tu cuello...
Y me dirás: «¡búscala!», reclinando tu cara
-y tardaremos mucho en hallar esa araña,
por demás indiscreta.

martes, 25 de marzo de 2008

Frèhel: Sous les Ponts (1952)

Fácil Palabra de Hugo Lindo

Fácil sería la palabra
sin hojas.
Fácil como un vacio.
como una sombra.
Pero ocurre al contrario: te arrimas al silencio
y ella te acosa
llena de ideas,
de memorias,
siempre con algo entre las manos.
Y simplemente no la logras
desnuda, sola.

Teníamos que decirnos muchas cosas
y no hallabamos cómo.
Era mejor así. Corría el tiempo
y envejecíamos con él.
Y eso era hermoso.
Porque pensando apenas, o sientiendo y pensando,
o nada más sintiendo,
adivinábamos
lo que es el zumo de este testimonio:
teníamos que decirnos muchas cosas,
pero ¿cuáles?
¿Y cómo?

Amor amor amor amor setenta veces,
setenta veces siete veces.
Amor amor amor amor. Nadie habrá que lo olvide.
Siempre quién lo recuerde.

Los ojos fueron el rimer idioma
y las tímidas manos el segundo,
la palabra, el tercero, y es el cuarto
este callar sencillo, pero juntos.

Y si a mí me preguntan por tu fuerza
de enredadera en flor, de irresistible
fragancia, de rocío refrescante,
de amoroso follaje y sombra firme,
¿Cómo responderè lo que no puede
sin enguar, decirse?

lunes, 24 de marzo de 2008

Los Nadies de Eduardo Galeano

Sueñan las pulgas con comprarse un perro y sueñan los nadies con salir de pobres, que algún mágico día llueva de pronto la buena suerte, que llueva a cántaros la buena suerte; pero la buena suerte no llueve ayer, ni hoy, ni mañana, ni nunca, ni en lloviznita cae del cielo la buena suerte, por mucho que los nadies la llamen y aunque les pique la mano izquierda, o se levanten con el pie derecho, o empiecen el año cambiando de escoba.

Los nadies: los hijos de nadie, los dueños de nada.

Los nadies: los ningunos, los ninguneados, corriendo la liebre, muriendo la vida, jodidos, rejodidos:
Que no son, aunque sean.
Que no hablan idiomas, sino dialectos.
Que no profesan religiones, sino supersticiones.
Que no hacen arte, sino artesanía.
Que no practican cultura, sino folklore.
Que no son seres humanos, sino recursos humanos.
Que no tienen cara, sino brazos.
Que no tienen nombre, sino número.
Que no figuran en la historia universal, sino en la crónica roja de la prensa local.

Los nadies, que cuestan menos que la bala que los mata.

martes, 18 de marzo de 2008

Del otro lado: El Andador

Dentro de un maraña de gente, dentro de esa cola infernal que ahora toma hacer una sencilla operación, dentro de ese millón de posibilidades en ser ignorado, dentro de ese atmósfera de sustancia que te acalora, dentro de ese enjambre de segundos sin corresponder, dentro de ese infinito de nuestro cotidiano inmediato. Salgo de esos adentro en los cuales he sido tragada por decisiones favorables, por decisiones tomadas por otros, por decisiones sin tomar y por decisiones mal tomadas.

Y soy expulsada tal cual proyectil, sin casco y sin un seguro de vida, a esa realidad cruda, donde se tejen los hilos de la nostalgia, soledad, amor y pues lo irreal que nos puede sonar. Para empezar a correr, un pequeño tramo que me toma más de dos noches alcanzar, para encerrarme de nuevo en esa lata que proyecta en sus ventanas los puentes que se mecen para no ver a los que juegan bajo de ellos.

Cierro apresuradamente la puerta, cerrando una vez de tantas las ventanas, apagando el reproductor y recostándome en esa esponja asoleada que lo amuebla. Sin tanta ceremonia, desconectando mi presente, recuerdo, recuerdo y vuelvo a recordar, esos pedazos que aun no tienen eslabones que los unan, porque se han perdido entre tanto vano absorbido pero eso no es lo que me ha llevado hasta acá, hasta la vuelta de las ansias de crecer donde el tener se ha cajeado por un papalote que no para de volar y que por las noches brilla más fuerte que todas las estrellas.

Sin cubrirme la cara con las manos, eso ya también lo he dejado, ahora sencillamente empujo desde adentro mis sentimientos para que retocen, se ejerciten y pues solventemos esos amores incomprendidos que aun me llenan las venas. Porque el sencillo sentimiento me ha vuelto junto con los recuerdos de lo absurdo para mi, donde mi verdad no permite otra cosa que mi pensar, donde me choca ver las cosas como suceden y que a pesar que me esfuerce el río seguirá sido robado por los que lo enlatan. Dándole cabida ahora a los puntos sin espacio, a las comas sin pausas y a la expresión prostituida por preguntas vanas restándoles importancia a esas interrogantes que nos inundan como ola en pleno invierno, donde se encuentra tomada por la humedad y el humano que chapotea se ha alejado de las playas, dejando la luna a sus espaldas. Porque de algo si estoy conciente…que esto que tanto me toma me seguirá hasta después de mi muerte.

Mientras lloro recostada, hasta morir seguirán esas preguntas que nos invaden a unos pocos y algunos recordamos cada vez que las situaciones siguen reproduciendo al niño jugando con la lata, soñando que es una pelota; reproduciendo al “intelectual” usando sus libros para dividirnos; reproduciendo a las señora que finge por no decir que ya no le agrada; reproduciendo al que madruga para lograr llenar sus ollas con aguas que no sean tan turbias como su destino; y la lista crece, ya que se alimenta con más de un dólar al día.

Para entonces los extraños se acercan, quebrando vidrios y sacándome, alentándome, hidratándome y uno que otro por no decir otra sanando donde la herida vuelve. Entonces me oprimo el pecho, enjaguándome con los restos de esa sustancia que no son lágrimas que me humedecen la cara para lograr llamar a aquellos locos de amor y enamorados de la vida, que se dicen llamar sentimientos para que se sosieguen y entiendan lo que tanto no deja de preocuparles y luchar. Resistiéndose, entre otros forcejeos y juegos, respiramos unidos, ellos dentro de mi, con la luz dentro de mi, a pesar, a pesar y creo que es necesario afirmarlo, no para engañarme sino para no perder el piso, a pesar que seguimos en esta oscuridad infinita.

lunes, 17 de marzo de 2008

Las ropas nuevas de los viejos conquistadores de Subcomandante Marcos (Fragmento)

Una leyenda que se pierde en los rincones que abundan en el latido moreno de las tierras de este continente, cuenta que los dioses plantaron acá el mañana; que el mundo estaba cabal y no había Mandón ni mandado; que el sol despertaba y descansaba en las montañas que bordan las orillas de la casa grande de los hombres y mujeres de maíz; que la noche era el tiempo para el brillo de la otra luz que nacía de las pieles que, encontrándose, parían mundos enteros en todos los rincones; que la madrugada era el espacio para guardar las maravillas que ahora son manchadas con la palabra “imposible”; que entonces las sombras estaban sembradas así nomás, vestidas en veces de árbol, piedra, nube, palabra, esperando la luz que les diera vida y paso.

Y cuentan que fue dada la riqueza hecha tierra, agua, aire, vida, y que fueron dados también los Guardianes para que para todos y todas fuera, para que no muriera. Cuentan también que, después de invadidas y conquistadas estas tierras por el dinero hecho dios y ejército, cuando el europeo Américo Vespucio dibujó el mapa del continente que llevaría su nombre, estaba pensando no en la cartografía de un mundo nuevo, sino en el mapa de un tesoro. Y sobre el tesoro se arrojó la jauría con ropas de sotana y armadura. Se destruyó y se saqueó. La tierra, la Madre, adolorida, ordenó a sus Guardianes la resistencia y el paciente alivio, que no la cura, de la cobija de la lengua, el vestido, el canto, el baile, la cultura.

En las naguas y las trenzas de las mujeres, en los dobleces de la piel de los más mayores, en el asombro de los niños, en la digna rebeldía de sus hombres y mujeres, fueron guardados los recuerdos, pero no de lo que fue, sino de lo que será. Bajo estos cielos ondearon las banderas usurpadoras de las monarquías española, portuguesa, holandesa, británica, francesa, siempre la del dinero; y los saqueadores tenían cartas de gobiernos que, decían, se preocupaban por “civilizarnos”.

No deja de ser paradójico que algunas de esas naciones sigan, más de 500 años después, manteniendo a familias reales sin más mérito que un árbol genealógico cultivado con crímenes, intrigas y guerras; y que ellas se autodenominen “modernas” y “civilizadas”, mientras que los pueblos indios sean los “retrasados”. En el reloj de abajo sonó después la hora de la lucha, y la sangre indígena corrió por los 7 puntos cardinales. Y se llamó independencia al cambio de ropa que el dinero hacía para seguir oprimiendo tierras y gente. Llegó después al arriba de arriba el nuevo Emperador, el capital, y con él la nueva alquimia que todo lo convierte en mercancía.
Arriba se simulaba independencia y soberanía, pero la ropa del extranjero seguía vistiendo al Mandón. El calendario de abajo cumplió el ciclo y el centenario alumbró un nuevo alzamiento. La sangre morena se reiteró, generosa, y sobre ella y por ella cayó el tirano. El final se decretó hecho monumento y los pendientes fueron tantos que el alivio fue escaso y la cura nula.

La tierra, la Madre, brindó entonces su alimento de dignidad rebelde a otros colores y, como fragmentos de un espejo roto, la lucha tomó desde entonces la ropa del obrero, del campesino, del empleado, del otro amor, de la juventud, de la mujer, de la sabiduría que no se vende por comodidad o moda.

La resistencia floreció, florece.

Salutación de Edmundo Camargo

Tu pequeña palabra hoy me amanece
donde el viento manchaba la distancia del trigo
y asombradas poleas de sol daban vuelta la tierra.


Hace tiempo la lluvia rechinaba sus ejes cristalinos,
y las piedras tenían en su color un vuelo de palomas,
mas, a tantas vocales resumidas del llanto
y a tanta arteria huyendo su salvaje guitarra...
quiero estar en el éxodo de mis últimas moléculas
para morder la soledad del humo,
los infolios del frío,
mientras las casas gritan hasta el musgo
y la mujer que aborta centrífuga el planeta.

Es atroz este cielo, esta tierra
en su encéfalo turbio de alborada:
universidades del otoño
concurridas de tarde por un viento docente,
cernidor de los pájaros salvajes.

Si pasáramos lista a los decesos,
si de pronto calzáramos la sangre
con el álgebra aguda del dormido
y, hasta el silencio aquél que en telaraña azul

atrapaba los astros, camináramos
con epidermis ronca, hacia la muerte:
enmohecida de tisis cantáramos la voz y el hombre
aquel restituído que olvidamos,
abriéranos las manos y saludáranos
dentro su sangre.

Ahora, ¿a quién odiar, para quién maldecir,
hiriéndolo de esputo y fiebre...?

Sollózanos el luto sin ser dado y el oxígeno
enorme que doblamos
cuando desenterrados nos encuentra la muerte.

Horrible es esta muerte llevada a cabo en vida.

Tu pequeña palabra hoy me amanece: te saludo
desde el crimen del mundo, desde el humo

submúltiplo de cien,
desde la tuerca ronca,
desde el metal que ya conoce el aire,
desde la tos más roja que ya conoce el suelo.

Salúdote. ¡Y he aquí mi mano,
mi mano numeral, mano de pueblo!


sábado, 15 de marzo de 2008

Sui Generis: Canción para mi muerte (1972)

En Breve: Isabel de los Angeles Ruano, poeta

Nació en la ciudad de Guatemala en 1945. Vivió parte de su niñez en México, de 1954 a 1957. en 1957 regresó a Guatemala, donde vivió en los departamentos de Jutiapa y Chiquimula, en el oriente del país. En Chiquimula ingresó al Instituto Normal de Señoritas de Oriente. Se graduó de maestra de educación primaria en 1964. En 1966, a la edad de 21 años viajó a México nuevamente donde publicó su primer libro de poemas titulado Cariátides, con prólogo del poeta español León Felipe. A finales de la década de los ochenta empezó a padecer trastornos mentales.

Se dedicó a vendedora ambulante en el centro de la capital, donde vendía lociaones, desodorantes y jabones, junto con sus versos. Hoy día todavía deambula por la capital, vestida de hombre y alejada de la realidad. En el año 2001 el Ministerio de Cultura y Deportes le concedió el Premio Nacional de Literatura Miguel Ángel Asturias. Al concederle el Premio Nacional de Literatura, el Consejo Asesor para las letras del Ministerio de Cultura opinó Que solo en ella existe una insondable y heróica cohesión entre vida y obra.
El Silencio Cerrado
Nadie abrió la boca
ni nadie dijo nada.
Y ese silencio, hermanos,
Nos ha vuelto culpables.
Nos quedamos callados,
ni una protesta
Ni una sola palabra
se pronunciaron.
Nada se dijo.
Y todos fuimos cómplices
de los canallas
Todos quedamos con las manos
embarradas de lodo
¡Todos la violamos!
Todos le arrancamos
los pezones a mordiscos.
Todos le sorbimos la sangre
de los pechos ultrajados.
¡Cuándo aún estaba viva!
Y es que la bestia anda suelta.
en todos los corazones.
Y ese silencio de todos
Es el silencio de la bestia saciada,
Es el silencio del culpable
de los complices.
Porque ahora todos
Somos los asesinos de
ROGELIA

miércoles, 12 de marzo de 2008

Soy de Jorge Luis Borges

Soy el que sabe que no es menos vano
que el vano observador que en el espejo
de silencio y cristal sigue el reflejo
o el cuerpo (da lo mismo) del hermano.

Soy, tácitos amigos, el que sabe
que no hay otra venganza que el olvido
ni otro perdón. Un dios ha concedido
al odio humano esta curiosa llave.

Soy el que pese a tan ilustres modos
de errar, no ha descifrado el laberinto
singular y plural, arduo y distinto,
del tiempo, que es uno y es de todos.

Soy el que es nadie, el que no fue una espada
en la guerra. Soy eco, olvido, nada.

sábado, 8 de marzo de 2008

En Breve: Regina José Galindo, artista

Nació en Guatemala en 1974. Esta artista visual, que además es poeta, ha convertido su cuerpo en medio de expresión. Su trabajo en el campo de la performance se ha desarrollado de modo coherente, aunque corriendo ciertos riesgos. Es quizás por ello, el peligro y lo poco convencional, que la dimensión de lo que hace no sea comprensible para todos. Aún así sus logros han rebasado con éxito las limitadas paredes de los centros culturales para llegar al público en general y lo más importante, hacerlo pensar, cuestionarse.

Si se puede pensar en una artista controversial, emergente, periférica, en que el concepto de género pesa, es en ella. Crear un perfil se hace difícil por la diversidad que la caracteriza. Es por ello que ha conquistado espacios que sólo le pertenecen a ella. Aunque la mayoría de sus actividades son irrepetibles, los registros brindan una versión aceptable de la intensidad con la que desarrolla sus proyectos.
En 2003 presentó la performa ¿Quién puede borrar las huellas? Este singular ejercicio de crítica incluyó una caminata por el centro dejando impresas, sobre el asfalto, de las plantas de sus pies empapadas en sangre. La secuencia terminó frente al Palacio Nacional de la Cultura, el cual estaba visiblemente acordonado por la Policía Nacional. Moisés Barrios escribió que: “el permanente acto de silencio y cada pisada eran una forma de emular el sufrimiento de todas aquellas víctimas…” relacionadas con el conflicto armado. También, apunta el citado que era una crítica a la posible inscripción de Efraín Ríos Montt como candidato presidencial.





Un tema difícil de tratar es el de los abusos y discriminación latente a la mujer. En una de sus apariciones en la Bienal de Venecia presentó El dolor en un pañuelo (febrero de 1999), utilizando su cuerpo maniatado en cruz, como telón de un vídeo. En el mismo espacio, dos años después, presentó Piel que incluía una caminata por la histórica ciudad de Venecia. En los dos casos estaba completamente desnuda. Habrá que interpretar esa desnudez como acto de vulnerabilidad.
Finalmente acaba de alcanzar, en la 51 Bienal de Venecia de Arte Contemporáneo, un importante premio: el León de Oro en la categoría de Artista Joven. La prensa internacional (Diario Vasco) opina que la pieza Himenoplastía es controversial y de hecho, lo es. En este caso la referencia es la importancia que le dan la iglesia y ciertas culturas a la virginidad como el valor más destacado que pueda poseer una mujer. Regina José Galindo, pese a que guste o no lo que haga, posee poder de obligar a la reflexión. Esto es un buen punto a su favor.

Cipramil
Seguiré aniquilándote cada día
Cada dosis será una bala
te penetrará la carne
romperá tus huesos
doblará tus ansias
Yo veré de cerca como gimes
Como sangras
Y con un poco de suerte
Te veré morir
Entonces abriré la boca
Ceraré mis dientes
y regalaré al mundo una sonrisa
en memoria de mi difunta depresión.

jueves, 6 de marzo de 2008

Fragmentos Sueltos: Conducta en los Velorios (Julio Cortázar)




No vamos por el anís, ni porque hay que ir. Ya se habrá sospechado: vamos porque no podemos soportar las formas más solapadas de la hipocresía. Mi prima segunda la mayor se encarga de cerciorarse de la índole del duelo, y si es de verdad, si se llora porque llorar es lo único que les queda a esos hombres y a esas mujeres entre el olor a nardos y a café, entonces nos quedamos en casa y los acompañamos desde lejos.

Llegamos de a uno o de a dos, saludamos a los deudos, a quienes se reconoce fácilmente porque lloran apenas ven entrar a alguien, y vamos a inclinarnos ante el difunto, escoltados por algún pariente cercano. Una o dos horas después toda la familia está en la casa mortuoria, pero aunque los vecinos nos conocen bien, procedemos como si cada uno hubiera venido por su cuenta y apenas hablamos entre nosotros. Un método preciso ordena nuestros actos, escoge los interlocutores con quienes se departe en la cocina, bajo el naranjo, en los dormitorios, en el zaguán, y de cuando en cuando se sale a fumar al patio o a la calle, o se da una vuelta a la manzana para ventilar opiniones políticas y deportivas. No nos lleva demasiado tiempo sondear los sentimientos de los deudos más inmediatos, los vasitos de caña, el mate dulce y los Particulares livianos son el puente confidencial; antes de medianoche estamos seguros, podemos actuar sin remordimientos.

Mis hermanos y yo esperamos por lo regular este momento para entrar en la sala mortuorio y ubicarnos junto al ataúd. Por extraño que parezca estamos realmente afligidos, jamás podemos oír llorar a nuestras hermanas sin que una congoja infinita nos llene el pecho y nos recuerde cosas de la infancia, unos campos cerca de Villa Albertina, un tranvía que chirriaba al tomar la curva en la calle General Rodríguez, en Bánfield, cosas así, siempre tan tristes. Nos basta ver las manos cruzadas del difunto para que el llanto nos arrase de golpe, nos obligue a taparnos la cara avergonzados, y somos cinco hombres que lloran de verdad en el velorio, mientras los deudos juntan desesperadamente el aliento para igualarnos, sintiendo que cueste lo que cueste deben demostrar que el velorio es el de ellos, que solamente ellos tienen derecho a llorar así en esa casa.


Cuando es hora de partir y la casa está llena de parientes y amigos, una organización invisible pero sin brechas decide cada movimiento, el director de la funeraria acata las órdenes de mi padre, la remoción del ataúd se hace de acuerdo con las indicaciones de mi tío el mayor. Alguna que otra vez los parientes llegados a último momento adelantan una reivindicación destemplada; los vecinos, convencidos ya de que todo es como debe ser, los miran escandalizados y los obligan a callarse. En el coche de duelo se instalan mis padres y mis tíos, mis hermanos suben al segundo y mis primas condescienden a aceptar a alguno de los deudos en el tercero, donde se ubican envueltas en grandes pañoletas negras y moradas. El resto sube donde puede, y hay parientes que se ven precisados a llamar un taxi. Y si algunos, refrescados por el aire matinal y el largo trayecto, traman una reconquista en la necrópolis, amargo es su desengaño. Apenas llega el cajón al peristilo, mis hermanos rodean al orador designado por la familia o los amigos del difunto, y fácilmente reconocible por su cara de circunstancias y el rollito que le abulta el bolsillo del saco. Estrechándole las manos, le empapan las solapas con sus lágrimas, lo palmean con un blando sonido de tapioca y el orador no puede impedir que mi tío el menor suba a la tribuna y abra los discursos con una oración que es siempre un modelo de verdad y discreción. Dura tres minutos, se refiere exclusivamente al difunto, acota sus virtudes y da cuenta de sus defectos, sin quitar humanidad a nada de lo que se dice; está profundamente emocionado, y a veces le cuesta terminar. Apenas ha bajado, mi hermano el mayor ocupa la tribuna y se encarga del panegírico en nombre del vecindario, mientras el vecino designado a tal efecto trata de abrirse paso entre mis primas y hermanas, que lloran colgadas de su chaleco. Un gesto afable pero imperioso de mi padre moviliza al personal de la funeraria; dulcemente empieza a rodar el catafalco, y los oradores oficiales se quedan al pie de la tribuna, mirándose y estrujando los discursos con sus manos húmedas. Por lo regular no nos molestamos en acompañar al difunto hasta la bóveda o sepultura, sino que damos media vuelta y salimos todos juntos, comentando las incidencias del velorio. Desde lejos vemos cómo los parientes corren desesperadamente para agarrar alguno de los cordones del ataúd y se pelean con los vecinos que entre tanto se han posesionado de los cordones y prefieren llevarlos ellos a que los lleven los parientes.

miércoles, 5 de marzo de 2008

Del otro lado: Me gustaría...

Que las noches dejen de ser tan acaloradas, que se pueda respirar sin dejar tanta tristeza cuando se moviliza en materia a trávez de esta caótica ciudad, donde el niño juega con la mano pegada a la nariz, porque el vicio no le deja y él ya es parte de él, pero son cosas, son cosas que afirmativamente no van a cambiar, por mucho que uno se ensañe y trate de generar, porque la cosa está podrida amiga, mejor amiga no, siento raro decirte eso, ni compañera porque esos tiempos de fusil y minas han acabado, sencillamente talvez nunca hayan existido y vivimos con la fumada de que sí, tal cual guerrillero chino en plena montaña en estos primeros años del siglo.


Pero eso es otra torrente que no nos conviene sumergirnos y menos cuando el cinturón nos queda tan chico de tanto sueño por realizar, porque asi se mueve la situación con ganas de todo y repudio de todo, con ganas de botarle la varda de la estúpidez tanto al vecino como a nosotros mismos, pero esa cobardía, esa cobardía como diría la canción...de mi amor por ella y asi sucede la dilusión de los temas a tratar son tan vanos que no nos alcazan las noches en tratar de generar, generar lo ya dicho y lo ya inventado tratandolo de rebajar con gotitas de agua azucarada que nos dan a punto de congelar.

Pero eso no nos incomoda, no nos incomoda...sencillamente porque tenemos tan aguados los ojos viendo al niño corretear y ver algo que ni la imaginación de él pueda crear sin la ayuda de esa basura que lo alimenta y cobija en lugar de las manos sinceras de otro humano, pero asi es la situación mientras el juega con sus amigos imaginarios, se pudre por dentro y sueña con que no tenga que ver jamás la realidad como la ven los demás.

martes, 4 de marzo de 2008

Fragmentos Sueltos: A la Izquierda del Roble (Mario Benedetti)

El secreto es apoyarse digamos en un tronco y oír a través del aire que admite ruidos muertos cómo en Millán y Reyes galopan los tranvías.

Después de todo el secreto es mirar hacia arriba y ver cómo las nubes se disputan las copas y ver cómo los nidos se disputan los pájaros.

No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes pero es lindísimo imaginar qué dicen sobre todo si él muerde una ramita y ella deja un zapato sobre el césped sobre todo si él tiene los huesos tristes y ella quiere sonreír pero no puede.

Ayer llegó el otoño el sol de otoño y me sentí feliz como hace mucho qué linda estás te quiero en mi sueño...te quiero, pienso a veces en Dios, bueno no tantas veces no me gusta robar su tiempo y además está lejos, vos estás a mi lado. Ahora mismo estoy triste, estoy triste y te quiero...el cielo, los amigos y qué suerte te quiero, hace mucho era niño, hace mucho y qué importa el azar era simple como entrar en tus ojos dejame entrar te quiero menos mal que te quiero.

No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes pero cuando la lluvia cae sobre el Botánico aquí se quedan sólo los fantasmas. Ustedes pueden irse. Yo me quedo.



Jamiroquai: You Give Me Something

sábado, 1 de marzo de 2008

En Breve: Alaide Foppa, escritora

De madre guatemalteca y padre argentino, nació en Barcelona en 1914. Vivió algunos años en Argentina y pasó la adolescencia en Italia. Casada con ciudadano guatemalteco adoptó la ciudadanía guatemalteca. Por razones pólíticas debió exiliarse en México por algunos años. Sus indiscutibles méritos intelectuales le permitieron ocupar la cátedra de Literatura Italiana en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de México. Asimismo, fue fundadora de la cátedra de Sociología de dicha Universidad y catedrática en la Facultad de Humanidades de la Universidad de San Carlos de Guatemala. En 1980 regresó de su exilio. Al poco tiempo de llegar fue secuestrada y desaparecida por el gobierno del dictador Romeo Lucas García. Sus restos nunca fueron hallados. De su obra poética merecen destacarse: «La Sin Ventura», «Los dedos de mi mano», «Aunque es de noche», «Guirnalda de Primavera», «Elogio de mi cuerpo», «Las palabras y el tiempo». Tradujo al español El ave Fénix de Paul Eluard, y la Poesía de Miguel Angel.
Poema Destierro
Mi vida
es un destierro sin retorno.
No tuvo casa mi errante infancia perdida,
no tiene tierra mi destierro.
Mi vida navegó en nave de nostalgia.
Viví a orillas del mar mirando el horizonte:hacia mi casa ignorada
pensaba zarpar un día,
y el presentido viaje me dejó en otro puerto de partida.
¿Es el amor, acaso,mi última rada?
Oh brazos que me hicieron prisionera,sin darme abrigo…
También del cruel abrazo
quise escaparme.Oh huyentes brazos,
que en vano buscaron mis manos…
Incesante fuga y anhelo incesante el amor no es puerto seguro.
Ya no hay tierra prometida
para mi esperanza.