Entre estampados, sobre estampados y miles de colores. Llena de olores dulces y suaves. Sabe a menta, galleta y café. En su memoria rondan ideas sueltas, historias tejidas y conocidos/as en media ciudad. La azúcar su adicción y miles de chocolates son su motín diario.
Daríamos la vida por vernos sonreír. Me llena de música que me hace bailar, soltar los brazos y dar vueltas con ella en medio de la habitación. Las mañanas inician con su lado infantil y la política injusta de este país. Me recuerda lo que soy, es y somos, juntas sin ningún tiempo ni espacio, con esa complicidad de vida, amor y eternidad.
Construye mi lado humano y me invita creer en las luces de colores, el aire fresco y la felicidad. Es lo que creo es el amor.
Es, la Amora. La que ahora llevo del brazo, y ella me guía con sus ojos grises.
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