martes, 17 de junio de 2008

Del otro lado: Bitácora de viaje

En la atmosfera el único ruido que se escucha es el del grillo que trata de salir de su escondite pero por la neblina no logra ubicarse. Esta noche se ha cerrado con candando y un par de cadenas, donde se perturba tanta incertidumbre de falta de claridad, de confusión y de silencios inventados por la propia selva para no hacer más tétrica la vida de sus únicos habitantes.

Con lluvias que sólo empapan el alma, con los arboles que se quejan y tratan de proteger a los frutos se desplaza la lagartija por los arbustos, mal comiendo y violentando a las arañas quienes tejen y tejen para lograr hacer un techo seguro para sus sueños, esos sueños de ser mariposas y lograrme entrar por la boca, como las otras con las que hace varios ayeres me alimento. Mientras sigo acá en las orillas de la laguna mojándome los pies y haciendo caminos de conchas multicolores. Han pasado días hermosos es por eso que no me asusta seguir acá, mientras fumo burbujas y me deslizo montada en un barquito de papel de china donde entre palabras de aliento, deseos e historias, remo y durante los amaneceres me sumerjo a las profundidades del corazón de este enorme y maravilloso lugar.

Porque acá, la vida es tan relajada que vale la pena seguir en la espera, navegando por estas aguas, haciendo collares de piedras fluorescentes, adornar el cielo con deseos y maquinar durante las noches de insomnio arcoíris de azúcar y mazapán, ya que así la espera no es tan larga, la espera de que la neblina ceda y deje de perturbar esta infinita estancia. Porque sé que sucederá, las ansias se fueron, los sueños han crecido, las ganas han madurado y la selva ahora me pide tanto como yo a ella…

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