viernes, 2 de mayo de 2008

Resaca de Yolanda Bedregal

Cuando ya la resaca deje mi alma en la playa,
y del arco agobiado de mi espalda se vaya
el ala cercenada, cual vela desafiante,
en cicatriz y estela prolongarà el instante.

Quedaràn vigilando, sìmbolo intrascendente,
dos pobres ojos pròdigos y una mendiga frente.
Catacumba de agua, amor! No me conoces!

Ni nadie nos conoce. Sòlo hay fugaces roces,
desencuentros, en la prieta mudez de encrucijadas.
Expìan su demora presencias nunca halladas.

No son cruz ya los brazos ni altar para holocausto
de salvajes termuras. Con su claror exhausto,
un sol desalentado ahonda los obismos.

Somos polvo y lucero, todo en nosotros mismos.

Para esta elemental ceniza taciturna
sea la inmensa làgrima del Mar celeste urna.

::::a_antidotoparalelo

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