Tomándose de valor, pues con el cinturón a todo lo que da de tanta esperanza, amor y ganas de cargar el mundo dentro de sus manos, se dio el inicio de esa búsqueda en esa enorme selva de ganas, ansias y mucha pasión que hace unos días apareció frente a sus ojos, justamente cuando doblaba a la esquina en pleno centro de la ciudad. Y ahora...cosecha, día tras día versos un tanto repetidos y otros cuantos nuevos que tratan de materializar ese torrente de energía que le recorre por las venas y las canaliza con besos a escondidas en los rincones de ese laberinto que se ha formado dentro de su cabeza.
Por que el ansia le empuja a dejar de dudar, y olvidarse de la cobardía que ha dejado en la mesa de noche en aquel punto de referencia que hace mucho dejo de moverle como le mueve esa selva con senderos sin fin, con caminos llenos de hierba fresca de tanto rocío y dorada por rayos de luz, los suficientemente suaves como para tirarse en el pasto a pensar, mientras los arcoíris se cruzan dentro de luciérnagas que se cazan con una sola mano.
Mientras las canciones se transforman y flotan las mariposas que le salen por la boca...descansa con la sonrisa aguada de placer de encontrarse en medio de eso, sabiendo que en cualquier momento puede despertar y salir de uno o varios empujones dados sin animo de una invitación de retorno, pero eso ya lo ha dejado atrás, la decisión se mantiene hasta el fin, deseosa de encontrarse con esa gana hecha tejidos y traerla hacia su cuerpo y fusionarse en piel y corazón. Esperando que su corazón logré resistir y no se le devuelva o caye mientras se le sacan las entrañas con un silencio de indiferencia en pleno movimiento, porque el amor sabe que asusta y las realidades frenan no tanto de su parte sino de otros rumbos llenos de miedos y dudas, que a pesar de éstos se sigue alimentando la energía con palabras sueltas y miradas con dedicatoria en plena perturbación.
Para luego somatarse fuertemente las ventanas, arrancando las cortinas, tirando los libros y dejando entrar ese torbellino de dulce en esas cuatro paredes que encierran lo soluble de los sentimientos, y llenar las paredes de deseos y esperar el reclamo, ese reclamo que se sueña mientras se piensa en pasto, playa, bicicletas, miradas, abriles, comidas y caricias. Porque las caricias están a todo lo que da y el reproductor que siempre está presente sigue sonando con el disco de fábula que no perturba solo alienta a encuentros a media luz en espera que nunca amanezca para no dejar ese mundo de tejidos de colores y silbidos de las hojas que cortan el viento...
Por que el ansia le empuja a dejar de dudar, y olvidarse de la cobardía que ha dejado en la mesa de noche en aquel punto de referencia que hace mucho dejo de moverle como le mueve esa selva con senderos sin fin, con caminos llenos de hierba fresca de tanto rocío y dorada por rayos de luz, los suficientemente suaves como para tirarse en el pasto a pensar, mientras los arcoíris se cruzan dentro de luciérnagas que se cazan con una sola mano.
Mientras las canciones se transforman y flotan las mariposas que le salen por la boca...descansa con la sonrisa aguada de placer de encontrarse en medio de eso, sabiendo que en cualquier momento puede despertar y salir de uno o varios empujones dados sin animo de una invitación de retorno, pero eso ya lo ha dejado atrás, la decisión se mantiene hasta el fin, deseosa de encontrarse con esa gana hecha tejidos y traerla hacia su cuerpo y fusionarse en piel y corazón. Esperando que su corazón logré resistir y no se le devuelva o caye mientras se le sacan las entrañas con un silencio de indiferencia en pleno movimiento, porque el amor sabe que asusta y las realidades frenan no tanto de su parte sino de otros rumbos llenos de miedos y dudas, que a pesar de éstos se sigue alimentando la energía con palabras sueltas y miradas con dedicatoria en plena perturbación.
Para luego somatarse fuertemente las ventanas, arrancando las cortinas, tirando los libros y dejando entrar ese torbellino de dulce en esas cuatro paredes que encierran lo soluble de los sentimientos, y llenar las paredes de deseos y esperar el reclamo, ese reclamo que se sueña mientras se piensa en pasto, playa, bicicletas, miradas, abriles, comidas y caricias. Porque las caricias están a todo lo que da y el reproductor que siempre está presente sigue sonando con el disco de fábula que no perturba solo alienta a encuentros a media luz en espera que nunca amanezca para no dejar ese mundo de tejidos de colores y silbidos de las hojas que cortan el viento...
*Lienzo de Paul Klee
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