martes, 17 de abril de 2012

Blues y un poco de luz cegadora

Cerca, tan cerca que me topa la nariz de forma repetitiva y porque no decirlo, en una forma enfermiza.  La visión se ha hecho nula, ya los recuerdos topan y vuelven a empezar sin pausa, y ni siquiera uno de esos anuncios antipiratería que tanto odio, logran cortarla.  Los juegos se quedaron para los jueves y desde que existe la ley antivolumen, hasta ese día se ha anulado en el calendario.  

Toda la gente se queja, entre mensajes cortos y pancartas en los autos, los cromos pintan las paredes de las colonias de la "gentebien" y el resto que tomamos la ruta Proyectos desconocemos porque tanto es el alegato.  Los rebaños se peinan, se asicalan entre quejas y envidia, salen por las noches, llenan las banquetas de tanta mierda y consigna de mundos mejores pero no sobrios, es allí donde la realidad se rie de los sueños provocados por la gana de decir algo.

¿Escuchan el silencio?  ¡Pues se escucha! cuando se cruza la calle, se cambia de banqueta y se empieza a soltar los brazos, es una musiquita que no embriega pero hace cosquillas en la parte curva (dirían por allí) del ser maquilado de ganas de sobrevivir en la jungla de concreto, pintado de negro, más que de blanco.

Así perseguimos todo, entre las manchas, desamores y ganas de pertenecer a algo que ni dormido es.  La consigna termina cuando ya no hay para ajustar, y un baile patético de un par de amantes transitorios llama nuestra atención, es allí donde nos distraemos del discurso planfletero y volvemos a ser, simplemente ser, nada.  La luz nos quema, nos vestimos y empezamos a caminar, esperando llegue la noche y jugar a ser alguien, como nos han enseñado nuestros dueños.

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