martes, 31 de enero de 2012

Cursi y ridículo

La medida necesaria.  Tan embriagante, que cuando se despierta no se sabe cuánto tiempo se quisiera estar más en ese sitio.  Los vacíos se hunden, se unen y son esperas completas de agua dulce y amaneceres en canoa.  

La vida se suaviza, nos sirve de canal y en momentos se usa de excusa.  Es todo aquello que utópicamente nos hemos heredado, bajo la consigna que nos traerá meteoritos y lunas llenas eternas, con un leve roce de corazón y corazón.

Se deja de mal dormir, las sonrisas surgen a la distancia y las ganas arropan en esas noches de que al lado no se está.  Así pasan los días, pensando, flotando a ratos y con palabras sueltas se construyen universos completos.  El conjunto es deseado, los tejidos se vuelven bandas anchas de miles de colores, con papelitos de mensajes con dedicatoria, lejos del anonimato, lejos de esos murmullos sin razón de los/as curiosas.

Así pasan los días, junto al amor con pinceladas de cusilerías y ridiculeces, que sólo él provoca y descifra.

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