La Muerte

En un país como Guatemala, la muerte se vuelve costumbre y en algunas ocasiones ley.  Luego de una plática sobre la muerte, me quedé pensando de cuándo tuve noción sobre ella.  Sin dudarlo, recuerdo que el día que la conocí y dejé de verla tan distante, fue cuando murió mi tío favorito, ese que me malcriaba, daba dulces, sacaba a pasear en trailer y me leía cosas tan chingonas (él culpable que ame tanto a Cortázar).  

Fue en ese año, porque el luto duró y dura muy secretamente en nuestros corazones, que la muerte se instaló en mi casa y rutina.  Todo su capítulo final fue complicado, solitario y a ratos absurdo, hoy lo pienso, en esos días únicamente tenía presente que no era lo más justo para él y que lo quería de vuelta.  Pero luego de la tormetan, logramos desalojarla y un buen recuerdo eterno de él ocupó toda esa tristeza.  Lo pienso y sonrió con tanta paz, para darle [play] a ese video de los momentos que compartimos juntos.

Y la gran dama se fue, únicamente a través de hechos de violencia muy alejados a mi lograba verla, cosa que duró lo que tenía que ser, nos vimos nuevamente de frente, la ví rozarme la cara y empujarme, fue simplemente un coqueteo, si lo ponemos un tanto de humor negro, un aviso de esos que te aclaran la mente y buscan transformarte. En todo este tiempo nos hemos visto, en los corredores de funerarias de personas ajenas a mi, en las páginas de los periódicos y en las ondas sonoras de pláticas y noticias.  Me gusta pensarla a ratos, hacer ese juego mental que hace Saramago en su libro sobre la muerte, saber que está allí, redactando miles de cartitas y que seguramente alguna tendrá mi dirección.

Talvez pido mucho, si viene que sea de golpe, que me abrace y sin tanto rodeo nos enamoremos para volverme entonces inmortal.  Dejar lo terrenal, marcado con mi nombre, sacudirme la materia del espíritu y volar como tanto he querido.  No sé, si cuando se asome podré soportar que se lleve a alguien cercano a mi, pero sí sé que no tendría ningún empacho que fuera yo.