lunes, 21 de junio de 2010

Reencuentro íntimo

Recuerdo la primera vez que supe que ya no quería que caminaramos de la mano, tomé valor y le dije que "ya estaba grande", era una patojita cagada que la adolecencia le estaba mal aconsejando.  Con cierta tristeza lo aceptó, diciéndome que le parecía de cierta manera razonable, a pesar que dentro de mí algo me decía que había hecho mal.

Para entonces, reencontrarnos el sábado pasado durante nuestra tarde de visita al Salón, ayudándole a bajar del carro, sentí una enorme necesidad de tomarle la mano, empujada por el deseo la atrapé, era justo como la había recordado, suave, llena de pequeñas pequitas y con un rico aroma.  Me vió sorprendida y sin decirnos nada sonreímos.  Sentí que  habíamos validado de nuevo ese gran amor y supe que nos acompañaríamos hasta la eternidad.  

Caminamos despacio, más de lo habitual, apretándonos tan fuerte, que aun tengo su aroma en la mano. 

imagen:  google.com