Luego de leer el post de Guendolín, sobre las ganas, escapadas y corajes de infancia, me hizó recordar de mis tantas y fallidas escapadas. Si ahora me tachan de revelde, no quisiera que me hubieran conocido de guira, porque tenía lo mio, ahora menos por el conocimiento de consecuencias, antes por el conocimiento y negación constante de éstas.
Ayyyy, esa infancia, de bicicleta, trepadas, cohetes y una que otra destrucción. Porque esa etapa, fijo no me importaba que desarmar, perforar y no digamos prenderle fuego, pero todos mis planes chingones, eran luego reprimidos por mi santa madre, digo santa porque ahora que lo pienso si me merecí un par de penitencias que por creer en mi palabra, dejo de dictar. Porque a pesar de su buen trato y paciencia hacia mis insolencias y fechorías, yo era fiel creyente de que a su lado no era totalmente "libre", que el mundo podía darme toda esa gama de posibilidades para el disfrute y vagancia, a la cual estaba tan acostumbrada.
Bajo este deseo de ser libre como el viento y empujada por "frustración" de no ser comprendida, empacaba mis pertenencias indispensables (monedas, un par de galletas, calcetas, correas para los tennis, el tetris, una onda y un encendedor). Pertenencias que me eran en ese momento tan indispensables para mi vida y disfrute. Luego de despedirme de mis peces, darle besos a mi perro, salía...con la euforía del momento, montada en mi bicicleta, pensando miles de incomprensiones que sufría a diario. Para luego tirar la bici en el parque (a pocas cuadras de mi casa), treparme al mismo arbol y dedicarme a comentar con mis cuates de cuadra que me hiría y sería libre.
Luego de varias horas, de juegos, risas y pláticas, caía la noche, salían las mamás a llamar a sus hijos e hijas y yo, esperaba, fuerte o mejor dicho haciéndome la fuerte de que no volvería...luego entre mi fingida fortaleza y suspiros para evitar romper en llanto, escuchaba la bocina de un carro y pues que les diré...era mi mamá, la que pasaba luego del trabajo, frente al parque para avisarme que ya era hora de regresar a casa, cenar y ver la tele dentro de sus suaves, dulces y tibios brazos.
No negaré que fueron muchos los intentos, que mientras manejaba de regreso a casa, pensaba y volvía a pensar...la próxima vez voy hacer un plan y sí lo voy a lograr !!!
Imagen: google.com
2 comentarios:
ayyyyy casi lloro! estoy segura de que a tu hogareña y dulce madre le encantaría leer esto!
Mi muchachita... ya te imagino bicicleteando con cara de sentimiento.
Muy dentro de esa coraza, hay ternura. Qué talito!
;oP
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