40 minutos esperando en el teléfono

Tardé en conseguir línea a un medio de comunicación, para variar tienen de esas plantas telefónicas con música de dentista o elevador, creyendo que te hará ser un tanto más paciente, para mi en cambio no es más que un canto provocador y desesperante.  Luego de la eterna espera, alguien contestó, pedí que me comunicaran a ventas, con la persona que lleva la cuenta pero para mi mala suerte no se encontraba, allí fue donde empezó la sorpresa.

Una voz dulce y relajada me indicó que la persona que buscaba no estaba, yo con un mal sabor de boca provocada por mi desesperación y urgencia de la pinche factura, le contesté que necesitaba que me rehiciesen la factura, ella aun con el tono relajado me pidió mi nombre, de dónde le hablaba y mi número de teléfono, con cierta desesperanza accedí, dando por perdido el trámite financiero que había iniciado en la oficina, entonces el silencio se llenó, para que ella reaccionará con una pregunta más, cuál es su segundo apellido, por puro reflejo le contesté, entonces ella con mucha alegría, me dijo:  Hola, cómo estás? Soy..., resulta ser mi mejor amiga de primero primaria con quien estaba hablando.

El enojo se me fue, la desesperación y la factura me valió madres, empezamos hablar y en menos de 10 minutos nos pusimos al día, de más de una vida sin hablar, nos reconocimos en ese canal artificial, preguntamos por la familia, vida, progresos, frustraciones, para luego concluir, con un emotivo y sincero: te mando un gran abrazo y beso.

Colgue, ese día no había sido el mejor de la semana por un montón de cosas más, pero fue la primera sonrisa que me salió desde el alma, tiré la cabeza hacia atras, dejando a un lado los papeles, para remontarme en el tiempo, cuando trepábamos árboles, andabamos en bicicleta, barranqueabamos en Monserrat, quemabamos cosas y acampabamos en el garage de mi casa.  Fue simplemente genial. La voz del otro lado, me hizo el día y miles de recuerdos de infancia me llenaron de energía positiva.

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