jueves, 16 de julio de 2009

Híbridos (1)

El tráfico nuevamente se congela en la Martí.

Cambio las noticias y paso al disco que lleva varias semanas sonando sin interés. Para mi buena suerte, suena Moloko y me viene a la mente Guendolin y su estreptease, inmediatamente sonrió, motivada por esa ternura que me provoca a veces la negrita. Me entretengo dándole vueltas a las posibilidades de vencer el juegito del facebook, que ahora me tiene en una especie de adicción. Pero mis pensamientos son interrumpidos por caras de fuerza, dolor y ardor, del piloto del carro de atrás, quien afanadamente se rasura, en seco y con un tanto de esfuerzo para llegar a su retrovisor y lograr desprender esa barba que ahora quiere exterminar.

Pero algo lo detiene, yo con mi curiosidad, me preguntó que es y resulta ser que el piloto se fija en la vitrina del gimnasio, donde un hombre bastante pasado de peso, pone toda su energía y gana en seguirle el paso a una joven con un escultural cuerpo y quien no hace ejercicio, sino vuela en esa maquinita elíptica. Ahora yo estoy en las mismas, ignorando ya la acción del piloto y sumergida en como todo ese cuerpo, trata de movilizarse y no morir en la lucha. Y de nuevo caigo en el jueguito, en lo doloroso que debe ser rasurarse de esa forma y en la persona pasada de peso. Pero vuelvo a ser interrumpida, por ese aburrimiento, ése de seguir en la misma plancha de asfalto.

Le vuelvo a subir más volumen a la canción que es eterna...come on, come on...ya nada llama mi atención, ni la chica que trata de delinearse los ojos y habla por célular, esforzándose por fumar un cigarro. Mucho malavar aseguré, cuando se sabe que se está prisionera en un tráfico y se tiene mal que bien todo el tiempo del mundo. Donde pienso que seguramente a se hombre le va a dar un infarto, justamente la chica lo voltea a ver con cierta humillación y la rasurada ha sido retomada. Pero todo ésto, es troquelado con el sonido de un arma que es cargada, volteo y un joven moreno, de ojos pequeños, mirada relajada y pelo de muchos colores, le pasa el arma al copiloto que va en el asiento de enfrente, justo a mi lado, no emito sonido, vuelvo la vista a la vitrina del gimnasio y noto que el piloto, vió lo mismo que yo, así que guarda su rasuradora y únicamente ve al frente, bastante tenso, como es normal.

Finalmente, el pinche agente de emetra deja de boicotear el semáforo y nos da la luz verde, es entonces cuando se me despiertan las ganas de pedir unos días de vaciones y quedarme en casa, jugando en el facebook y ver películas hasta el amanecer, vuelvo a sonreir satisfecha por mi plan imposible, sueño y me imagino una y otra vez, casi feliz, de estar en casa todo el día y por varios días.

Y como casi siempre, soy violentamente bajada de las nubes con el sonido de mi célular "rojo", y pues para variar es mi jefa, quien inicia la conversación con uno de sus tantos malos chistes y yo me esfuerzo, una vez más, en hacérselo saber.


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