Seguramente moriré en el intento, posiblemente algo me quiebre en miles de pedazos y no lo logré, pero mientras eso sucede o no, me encuentro en una construcción dialéctica e infinita de mis interiores. He tomado muy enserio esta tarea de vida, las realidades me desaniman y un par de vallas me hacen pensar sí realmente ocurrirá. No pienso hablar de todo ese millón de mujeres visiblemente extraordinarias del mundo y las que me rodean, sino de aquellas que pasan en silencio, inadvertidas y con miles de historias dentro.
Porque pensaba en ellas, ayer, mientras hacía cola en la fila del supermercado, trataba de distraerme con rótulos llenos de "ofertas" y una pequeña niña veía con cierto interés mi reloj. Pensaba y trataba creer que finalmente todo se llenará de equidad, tomaba con fuerza mi esperanza, trayéndola hacía mí, para seguir creyendo, como lo hago todas las mañanas, cuando agradezco al universo por la vida. Y el sonido seductor de la máquina registradora, me calaba en la piel, pasaban en mi miles de historias que escucho a diario, recordaba la señora que me agradecía con miles de abrazos el apoyo y pensaba finalmente, en aquella muchacha que es mucho más fuerte que el fuego y que ahora dedico todas mis vibras.
A todas ellas, a esas que van asfixiadas en los buses, aquellas que no alcanzan la sopa en el almuerzo, a esas que la furia les ha arrancado la sonrisa a puro golpe y a esas que entre sábanas limpias nunca se han sentido amadas. A todas ellas, a todas nosotras y a todas esas que vienen, mucha esperanza en que algún día amanezca y podamos nombrarnos a gritos en medio de la calle, sin que nos sintamos avergonzadas.
imagen: google.com
1 comentario:
Me encanta tu post.
Publicar un comentario