Hace una semana inicié de nuevo la universidad. Luego de indesiciones, varias cuestiones y la ocurrencia de emigrar a otros horizontes, ésos con vallas perimetrales y paredes sin historia. Finalmente, después de darle tantas vueltas, decidí volver y seguir romáticamente en aquella universidad que muchos queremos, movidos y movidas por una extraña sensación revolucionaria.
Sin tanta tardanza logré conseguir salir a la hora del trabajo, iba en mi recorrido del periférico y me pasaban una y otra vez esas imágenes de los murales, pasillos sucios y miles de ventas informales, en mis adentros sonreía y el torrente sanguineo iba en aumento, para luego recordar esas largas filas para entrar, la falta de cortesía y los parqueos casi imposibles de conseguir, pero esas cosas no me dañaron la euforía. Llegue a tiempo, con la suerte que aun no han empezado clases en la mayoría de unidades, la universidad era prácticamente mia. Caminé y caminé, el frío no me detuvo, miraba las grandes colas de los y las "aspirantes" llenos de esperanza para su posible cupo, miraba las paredes con stenciles, los columpios oxidados y los niños jugando pelota, mientras avanzaba, recordaba y reafirmaba los porques y razones que me hacían todavía seguir alli. Saludando a viejos conocidos, reconociendo nuevas ventas y pasando muy despacio mis dedos en una que otra pinta, avancé.
Pero luego toda esta magía se detuvo, gracias a una discusión con un agente de seguridad (un señor no tan mayor, con el uniforme casi pintado a su enorme cuerpo y con unos guantes del Real) quien me negaba ingresar al edificio para hacer un trámite, a pesar que era aun horario de atención; la masa de gente gritaba por las grandes colas y el personal de información se negaba atendernos. El frío había huído o simplemente no había lugar para él dentro de ese tumulto, con el aliento vencido del agente opacándome los lentes y apachurrada como en concierto de rock, pensé: A chingao, qué alegre es regresar a la u!!!.
Sin tanta tardanza logré conseguir salir a la hora del trabajo, iba en mi recorrido del periférico y me pasaban una y otra vez esas imágenes de los murales, pasillos sucios y miles de ventas informales, en mis adentros sonreía y el torrente sanguineo iba en aumento, para luego recordar esas largas filas para entrar, la falta de cortesía y los parqueos casi imposibles de conseguir, pero esas cosas no me dañaron la euforía. Llegue a tiempo, con la suerte que aun no han empezado clases en la mayoría de unidades, la universidad era prácticamente mia. Caminé y caminé, el frío no me detuvo, miraba las grandes colas de los y las "aspirantes" llenos de esperanza para su posible cupo, miraba las paredes con stenciles, los columpios oxidados y los niños jugando pelota, mientras avanzaba, recordaba y reafirmaba los porques y razones que me hacían todavía seguir alli. Saludando a viejos conocidos, reconociendo nuevas ventas y pasando muy despacio mis dedos en una que otra pinta, avancé.
Pero luego toda esta magía se detuvo, gracias a una discusión con un agente de seguridad (un señor no tan mayor, con el uniforme casi pintado a su enorme cuerpo y con unos guantes del Real) quien me negaba ingresar al edificio para hacer un trámite, a pesar que era aun horario de atención; la masa de gente gritaba por las grandes colas y el personal de información se negaba atendernos. El frío había huído o simplemente no había lugar para él dentro de ese tumulto, con el aliento vencido del agente opacándome los lentes y apachurrada como en concierto de rock, pensé: A chingao, qué alegre es regresar a la u!!!.
2 comentarios:
Sí, te ha caído super!! Se te nota y volvés con una super vibra!! :)
Ah sí, y el nuevo look blogero está CHI LE RO! Me llega así! MUCHO!
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