He asistido a muchas exposiciones o conatos de exposiciones fotográficas, pocas me gustan y las que sí, son porque de alguna forma conozco al autor/a y contadas, porque me logro conectar sin necesidad de tanta estrechez, y éso fue lo que me sucedió con Laberinto de Miradas, exposición creada con diferentes espacios, elementos y tiempos, los cuales algunos no fueron tanto de mi agrado pero la mayoría si me condujeron por esas líneas que conectaban una fotografía con otra.
Dentro de mi recorrido en solitario, sin necesidad de música que me acompañará, me perdí en cada esquina llena de tanto contenido e historia. Fui llevada de la mano del blanco y negro, donde los colores fueron impregnados en disfraces de superheroes y la repetitiva rutina de una familia proyectada en una blanca pared.
Casi al encontrar la puerta que me había dejado entrar a ese laberinto, pensé: estaremos concientes de que estamos viviendo un momento único y que se perderá entre tantos otros recuerdos, muy lejos de lo que hace un rato pasó por mis ojos, que de alguna manera sí se logró materializar.
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