Finalmente, consejo sano, antes de poner la huella y desempolvar la camiseta blanca, revisemos varias propuestas y mejor si son de diferentes corrientes ideológicas.
Texto: Julio Donis
El proyecto político de la derecha en Guatemala está desnaturalizado y no termina de definirse porque yace en el centro de su esencia, la contradicción que le hace dar tropiezos importantes y evidentes. Dicha contradicción se expresa todo el tiempo entre los valores liberales que son aspiracionales y los principios conservadores que son los fundamentales en el pensamiento de las élites oligárquicas de este país. En este orden de ideas, la oligarquía ve atentada su propia naturaleza al develarse o evidenciarse esta especie de doble moral, lo cual se puede constituir a su vez en su principal debilidad. ¿Cómo es posible en este contexto que se enarbole, la libertad de empresa o la igualdad de oportunidades sobre una realidad de prácticas monopólicas de grupos empresariales arraigados? ¿Cuál es la lógica de alardear con el Estado de Derecho si por principio se atenta y se prejuicia con la idea de un Estado fuerte?
Esta contradicción no es nueva, pero es más evidente ahora porque el ropaje neoliberal está en quiebra por todo el mundo y es mal negocio seguir usando este traje. Naturalmente dicha negación se sitúa en el pensamiento o en el ideario de los exponentes de la derecha, puesto que en la práctica política y económica su correlación ha dado muestras de agremiación o complicidad inmediata. En este orden de ideas, los momentos fundacionales en la historia política de Guatemala, registran desde el inicio con mayor o menor medida aquella contradicción; será porque como dice Figueroa Ibarra, las élites en este país no se comportan como dominantes sino como conquistadoras. En el momento primigenio de la Independencia en el Siglo XIX, la aún colonia guatemalteca estrenó para la ocasión, como en muchos lugares del coloniaje español, una constitución tallada sobre ideales liberales, pero que no reflejaban el ascenso de la clase burguesa porque no había tal estrato, como si lo había en Estados Unidos y Europa de la época. En las colonias, tales constituciones sirvieron de ropajes jurídicos modernos para incipientes naciones de fuerte arraigo colonial que perduraría por mucho tiempo.
Ya en los 80 del Siglo XX un nuevo momento registra el dilema señalado en la llamada transición democrática. Las élites comprendieron la inviabilidad de la guerra que mantuvieron durante años, y la factibilidad de la apertura democrática como marco político que garantizaría la dinámica de sus negocios. Es por eso que la Constitución de 1985 es un instrumento del que se dice bien acabado, porque asegura los candados para la expansión oligárquica, vistiendo para la ocasión el lindo atuendo del Estado de Derecho, nuevamente la contradicción.
Ya en el Siglo XXI aflora, nuevamente, la confusión para la derecha, pero en un escenario como describía arriba, de mayores desengaños. El sistema financiero mundial está mal herido y en Guatemala una expresión de la derecha pretende pro reformar la Constitución con una propuesta que pretende entre otros, abolir el ISR, el derecho a la educación gratuita y como guinda, crear un Congreso bicameral. En el caso de la Constitución de 1879 o la de 1985 esos fueron proyectos ideológicamente diseñados, pero no fueron la expresión de la realidad o fruto de la discusión de ideas fundamentales por toda la sociedad. En el caso de ProReforma el galimatías es peor, Manuel Ayau lo defiende en una de sus columnas como un proyecto de principios y no de ideología! Yo coincido con Edelberto Torres, es un paso atrás.
1 comentario:
Totalmente de acuerdo pero se me hace que igual va a pasar. La mayoria de la gente, desafortunadamente, rehusa ver mas alla de su nariz.
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