Nacimos siendo. Aquello que se esconde por debajo de la tierra.
Aquello que se acorrala a los bordes de la urbanización. Aquello que la
violencia acaba desde adentro. Aquello que acongoja a la "gente
buena". Aquello que se fotografía y filma para ser expuesto en galerías
lindas. Aquellos que el silencio se come por las noches. Aquello que
el plomo borra.
Vivimos
siendo. Aquello que vive bajo el mínimo. Aquello que la politiquería
usa de discurso para ganar simpatía en los actos públicos y gestiones
de financiamiento. Aquello que ha aprendido a sustituir la nutrición
con juegos mentales de restos de verduras. Aquello que la educación
llega a los jóvenes mayores y que las niñas muchas veces escuchan a
través de un radio a las 7 de la noche.
Seguímos
siendo. Aquello que los programas sociales se pelean toda vez seamos
mayores y tengamos un documento de identificación para votar. Aquello
que entre agilidad y un poco de vivencia logramos aprender y poder ser
mano de obra barata. Aquello que no firma, ni figura en la lista de
censos. Aquello que sólo se identifica con la huella del dedo índice
derecho.
Continuamos
siendo. Aquello que el agua llega una vez cada quince días. Aquello
que los centros de salud atienden sólo en jornadas. Aquello que
aglutina las cifras de ausencia de solidaridad en los informes
internacionales. Aquello que se moviliza en latones oxidados entre
gritos y malabares para no caer. Aquello que lo informal nos da a gotas
un poco de respiro en las esquinas de la ciudad.
Resistimos
siendo. Aquello que no se reprime. Aquello que se levanta antes que
el propio sol. Aquello que juega a vivir con una sonrisa entre cartón y
latas para revender. Aquello que camina entre tierra y arena por
alcanzar algo mejor. Aquello que apuesta la vida para salir de la
oscuridad. Aquello que no se siente solo, porque sabe que muchos y
muchas sueñan con un mundo mejor para todos y todas, en cada paso que
damos.
1 comentario:
Pffff.... hiciste rodar una lágrima en mí! tan cierto que duele!
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