Nada en la calle, nada. El silencio el único rey del lugar. Los gatos con las colas tiradas por los tejados y los perros bajo los carros esperando que los motores permeen el frío. Un par de corrientes de aire se animan y mueven los retazos de pan que la señora de enfrente le tira por las tardes a sus palomas raquíticas que han perdido hasta el valor de volar.
Así pasan las noches, a través de la ventana, con un valle separando las ideas, con comunidades de postales y de publicaciones de notas amarillas que ahora ocupan los primeros lugares de los escaparates. Los árboles exhalan, sacando toda su energía combatiendo la soledad y salvando lo último de aire fresco que los carros han dejado durante el día. Los tendederos vacíos, esperando ropas de colores, olores artificiales y pequeños pájaros que se mecen para hacerles cosquillas. Las noches son amplias, futuros inmensos, con alumbrado público destarlado llenos de mensajes de amor y notificaciones de deudas.
Y yo, esperando inmóvil con las manos heladas frente al sedazo, con el techo lleno de promesas y las paredes cubiertas de todo lo que quiero. La música no se anima aparecer. El ritmo de tu respiración suena en mi cabeza, y las ganas de paisajes colectivos me hacen sonreír. Así pasan las noches, para terminar sin vos, justo antes que el amanecer me haga dormir, finalmente.
1 comentario:
La calle de noche es un lugar totalmente diferente al que vemos durante el día. Mientras todos duermen uno sigue pensando en miles de cosas.
[muy buen post, me agradó :)]
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