Mientras navegaba en una lancha. Bajo el silencio de la madrugada. Olvidándome del resto del planeta. Siguiendo con la vista el pasado. Con los dedos metidos en el agua dulce, fresca y sedosa. Todo pasaba frente a mis ojos. Personas e imágenes que me hilan se esfumaron. Bajo un conjuro me seduje, hasta cerrar los ojos.
Sin el sol, sin necesidad de él. Helándome la piel, los reflejos de la luna anterior. Los peces me volcaron hasta las profundidades de mis deseos y anhelos de ayer. Lo que soy se volvió enorme. La razón llegó justo a las 5:45 de la mañana, tensó el cielo grisáceo, llenándolo de partículas de nuevo día.
Sonreí, como respuesta de un golpe de aire fresco. Me vi lejos, desdoblándome luego de años, sin dudar me volví a mi, me supe y sin pedirlo sentí el agua dulce en la boca, las nubes me cubrieron y desié con todas mis fuerzas, con todos los nombres y con todas mis identidades.
Me abrí el pecho y me dejé, me dejé vivir con restos de orquídeas y los aleteos de las aves silvestres. Me hice eterna.
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