En este Día Internacional contra la Violencia hacia la Mujer, se me hizo un tanto certera esta columna, las razones aumentan...ahora son 616* para movernos y frenar tanta crueldad !!!
El macho guatemalteco tiene rasgos particulares: es hipócrita, en voz baja dice porquerías, tiene que agarrar fuerza para atreverse a dar la cara. Echar tragos y hacer clavos, animado por el alcohol, son actitudes toleradas, inclusive se alardea que aquí ser bolo es profesión. Cargar un arma es parte del atuendo común; eso les hace sentir más empoderados, con licencia para dominar. Ese macho pone cara de bravo, echa unos cuantos gritos, manotea duro sobre la mesa, quiebra algo y ya van calladitos a obedecerle. Ser macho es creerse más y mejor que otros, y, por supuesto, superior a las mujeres; más fuerte, más cabrón. Es más fácil ser macho porque no se asume responsabilidad, se procura que alguien más le sirva. Pero son dependientes, no saben sobrevivir solos, temen a la autonomía e independencia, están psicológicamente amarrados a las naguas de alguna nana. Esos pobres desean a las mujeres, pero no las pueden amar; tienen un conflicto entre su corazón de niños y un sistema que les exige tratarlas como objetos. Sufren, pero se aguantan como machos.
Ser hombre a cabalidad es otra cosa, no cualquiera puede hacerse cargo de lo que implica: para empezar, asumir plena igualdad, respetar a las mujeres en toda su dimensión, dejar de usar la fuerza para satisfacer deseos, rechazar los estereotipos machistas, vivir como pares. Los hombres verdaderos se cuestionan, procuran transformar hábitos y costumbres misóginas. No se hacen los locos con el oficio de la casa y el cuidado de la familia, reconocen el valor del trabajo de las mujeres, saben ser afectuosos. Toman medidas personales para controlar la violencia y se comprometen a luchar contra ella, en sus personas y en la sociedad. Un verdadero hombre no centra su identidad en su sexo, sino en su calidad humana. La violencia que afecta a las mujeres, cobrando cientos de vidas anuales, tiene que ver con esa construcción cultural enferma que hace de los hombres unas bestias terribles. Acabar con la discriminación, construir la paz y el bienestar, luchar contra la violencia en todas sus manifestaciones, son tareas de hombres con todos sus atributos. Con este artículo convoco al Presidente de la República, a su Gabinete, a los congresistas, a todos los funcionarios; a empresarios, banqueros, comerciantes, industriales, artesanos, obreros, campesinos, profesionales, artistas, intelectuales, estudiantes, amigos, hermanos, compadres, a todos los ciudadanos, a sumarse a la campaña en contra de la violencia hacia las mujeres, rechazando las discriminaciones, abusos, insultos y todas las formas de violencia que atenten contra la integridad de las mujeres en todos los espacios, y comprometiéndose activamente en la búsqueda de la igualdad y la democracia, desde la casa hasta el Estado. ¿Cuántos valientes se apuntan?.
El macho guatemalteco tiene rasgos particulares: es hipócrita, en voz baja dice porquerías, tiene que agarrar fuerza para atreverse a dar la cara. Echar tragos y hacer clavos, animado por el alcohol, son actitudes toleradas, inclusive se alardea que aquí ser bolo es profesión. Cargar un arma es parte del atuendo común; eso les hace sentir más empoderados, con licencia para dominar. Ese macho pone cara de bravo, echa unos cuantos gritos, manotea duro sobre la mesa, quiebra algo y ya van calladitos a obedecerle. Ser macho es creerse más y mejor que otros, y, por supuesto, superior a las mujeres; más fuerte, más cabrón. Es más fácil ser macho porque no se asume responsabilidad, se procura que alguien más le sirva. Pero son dependientes, no saben sobrevivir solos, temen a la autonomía e independencia, están psicológicamente amarrados a las naguas de alguna nana. Esos pobres desean a las mujeres, pero no las pueden amar; tienen un conflicto entre su corazón de niños y un sistema que les exige tratarlas como objetos. Sufren, pero se aguantan como machos.
Ser hombre a cabalidad es otra cosa, no cualquiera puede hacerse cargo de lo que implica: para empezar, asumir plena igualdad, respetar a las mujeres en toda su dimensión, dejar de usar la fuerza para satisfacer deseos, rechazar los estereotipos machistas, vivir como pares. Los hombres verdaderos se cuestionan, procuran transformar hábitos y costumbres misóginas. No se hacen los locos con el oficio de la casa y el cuidado de la familia, reconocen el valor del trabajo de las mujeres, saben ser afectuosos. Toman medidas personales para controlar la violencia y se comprometen a luchar contra ella, en sus personas y en la sociedad. Un verdadero hombre no centra su identidad en su sexo, sino en su calidad humana. La violencia que afecta a las mujeres, cobrando cientos de vidas anuales, tiene que ver con esa construcción cultural enferma que hace de los hombres unas bestias terribles. Acabar con la discriminación, construir la paz y el bienestar, luchar contra la violencia en todas sus manifestaciones, son tareas de hombres con todos sus atributos. Con este artículo convoco al Presidente de la República, a su Gabinete, a los congresistas, a todos los funcionarios; a empresarios, banqueros, comerciantes, industriales, artesanos, obreros, campesinos, profesionales, artistas, intelectuales, estudiantes, amigos, hermanos, compadres, a todos los ciudadanos, a sumarse a la campaña en contra de la violencia hacia las mujeres, rechazando las discriminaciones, abusos, insultos y todas las formas de violencia que atenten contra la integridad de las mujeres en todos los espacios, y comprometiéndose activamente en la búsqueda de la igualdad y la democracia, desde la casa hasta el Estado. ¿Cuántos valientes se apuntan?.
Texto: Ana Cofiño / Elperiódico
* Muertes violentas de mujeres en lo que va del año.
1 comentario:
..cuando leí esa columna hace una semana aproximadamente, me sentía súmamente violentada por un MACHO como el que en acá se describe por lo que sentí que casi había sido escrita para mí... un escalofrío me invadió cuando pensé que yo era afortunada en comparación con muchas mujeres más que ya no pudieron contarla! Unámonos muchá, eduquémonos, solidaricémonos y actuemos... cualquiera puede ser víctima, hoy puedo ser yo, mañana podes ser vos!!!
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