Por: Juan García Ponce
Alma y Andrés, sentados en el asiento trasero de un taxi, se besan en la boca. Él le acaricia el muslo levantádole la falda. Ha empezado a oscurecer. En un extremo del asiento, con las bocas unidas, confundida en el abrazo, su figura es una sola también.
1 comentario:
No pues que bonito verso no?
Es algo así como historias urbanas, a todo mundo le pasa, todo el mundo lo vive...
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