Existen varias cosas que no me sorprenden, creo que la rutina hace eso pero también hay un sin número de cosas que por más que las sepa me causan cierta parálisis ya sea buena o mala. Y pues este fin de semana no fue la excepción, luego de un viaje relámpago, un libro ideal, encuentros de viejos amigos y un escenario violentado me quedan varias ideas sueltas en la cabeza. Ese sitio donde pasé parte de mi vida en trozos donde las vacaciones era la excusa perfecta, pero esta vez fue un acontecimiento que no deseo plantear acá pero me llevó de vuelta luego de cuatro años de mi ausencia en esos lados del planeta.
El contexto cambió, mucho, creo que bastante, paredes sucias con marcas de pandillas, casos altos de secuestro por tráfico de órganos, limpieza social de vendedores y niños huérfanos, mallas electrificadas de los "afortunados" para cuidar sus jardínes, educación mediada, un candidato que es "la esperanza", esa dolarización que no aliviana sino que ahorca creando más brecha de desigualdad, viviendas remodeladas con cajas de cartón, polícias y militares combinados sin estructura ni idea de mando y la lista continúa se los aseguro. Esta es la realidad inmediata que estuve viendo y a ratos viviendo con testimonios de viejos amigos en lugares que ahora han cambiado tanto que parecen otros, hago la conversión no sólo monetariamente sino de los escenarios y pues tras una leve sensación amarga en la boca, concluyo que estamos próximos a vivir eso que tanto miedo me causa y que las cosas sí pueden ponerse mucho peores.
Pero a pesar de tantas cosas y realidades, queda la esperanza y los esfuerzos de tanta gente por proponer, de tanto estudiante que sigue vigente en proyectos reales sin tanta fumada de porquería, tantos sectores afectados que no duermen maquinando cosas y apostando todo por un cambio, donde saben que no será de la noche a la mañana pero que siguen constantes y lo más importante trabajándolo, llevándolo a esa práctica que en ocasiones se envicia y que acá en Guatemala se queda en los bares teorizadamente no aplicable.
Y concluyo entre humo, tratos, recuerdos y esperanzas esa convivencia fugaz y enriquecedora donde casualmente llegue, encontrando un fragmento que me reconfortó, kilómetros antes de la frontera, dentro del libro que me acompañó: ...El país es también gente conmovida, manos abiertas, hombres con sentido de la tierra, tipos con suficiente coraje como para recolectar nuestra inmundicia*.
Finalmente, antes lo y los recordaba con una sonrisa un tanto pícara, hoy luego de todo, de ver tanto me causa una leve sonrisa semiamarga, donde me preocupa los que deje allá y que siento que ví el futuro próximo y nada ajeno de Guatemala.
* (Gracias por el Fuego, Mario Benedetti)
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