Llevo días sin anotar mis pendientes y/o actividades en mi agenda. Desde una semana he elaborado un enorme laberinto de cuadros, líneas y estructuras sin fin. Inicié al pie del nahual del día, rozándolo he jugado con cada hora, cada día y fecha conmemorativa. Por largos momentos lo he dejado a un lado, tratando de olvidarlo, para luego retormarlo de una manera inconciente. Sin empujar mi imaginación, todo armoniza, todo fluye y me invita a seguir hasta el final del año.
Anoche lo veía muy despacio, dando pausas, tomándolo de lugares distintos y sentía que algo en él me hablaba, relajándose mi cuerpo y olvidando finalmente, esa maña de documentar mecanicamente mi rutina.
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