martes, 28 de agosto de 2012

Caja de Cristal

A pesar del enorme horizonte que cubren mis ventanas, el ahogo no se marcha.  La rutina me levanta entre quejas y ganas de quedarme sumergida entre las sábanas tibias.  El tiempo se va marcando solo en el calendario, ese vicio lo he dejado por tratar de creerme un ser independiente.

El sol vuelve, me juega la vuelta para darle chance a la luna que últimamente habla sin parar pegada a mis paredes.  Las pastillas se han vuelto mis mejores aleadas, el tabaco para mi fortuna me provoca resaca y la cerveza, la inflación me la tiene medida sin proporción.  Así pasan los instantes muchos divertidos, otros olvidados y algunos fingidos porque se debe ser amable y agradecido/a con la vida, me grabaron.

Entro a las pacas en busca de oportunidades de segunda mano, vivo pensando en una reinversión para poderme ir lejos, cambiarme de nombre y empezar sin extrañar a ese miedo latente de encontrarme con el lado animal de la gente que muta y habita la ciudad, que con varios golpes, leves para mi fortuna, me enseñó que la vida vale un poco menos que un recuerdo dulce.

Ésos que me sacaban la sonrisa y ahora me quiebran la voz.

martes, 21 de agosto de 2012

Lejos de la tormenta

Con los brazos extendidos tomó mi siesta de medio día.  El invierno me trae ricos sueños, que sin decirme nada me cantan al oído sobre unicornios y delfines que rompen el agua fresca del mar.  Sé que sonrio mientras duermo, esos sueños me provocan tantas cosas que creo que ya se ha vuelto una adicción desconectarme del mundo para simplemente irme lejos.

Las hormigas se limitan a verme a la distancia, hacen pequeños coros para adormecerme, silenciando a las ambulancias diarias que se atraviesan, y un par de mosquitos se dan a la tarea de espentar a la lagartija invisible, que últimamente me visita para traerme mensajes de lejos que piden que regrese a la batalla.  La planta ha dejado ignorarme y con suaves gestos me acaricia las manos, me llena de clorofila las uñas y me cubre de las gotas de lluvia que se fugan por el sedazo roto de las ventanas.  El silencio se pega en las paredes.  La lluvia simplemente revienta en el suelo para formarse enormes espejos de lucidez y tranquilidad. 

Nada pasa, y la nada a veces pesa, pero ésta es tan liviana que me provoca flotar, me despega del sillón a breves momentos, me juega las ideas y la respiración se relaja llenándome el alma en cada rincón.  Nadie sabe mi escondite, entre bromas juego a que la rutina me captura y con cierta magia guardo mis alas, empaco en cajas de cartón los mapas de destinos y con felicidad camino deseando que el reloj me diga que es hora de volar hacia el radiante sol, que se cubre con la tormenta. 

lunes, 6 de agosto de 2012

Historias de Vitrales

Soy una ladrona.  Amanezco y pienso en que hurtaré.  Tengo mis gustos, no es cuestión de levantarse cualquier cosa u objeto.  He de aclarar que no es con arma y toda esa violencia que contruye los robos como tal, lo mio es más sutil, delicado y sí, descarada también soy.

Camino por las veredas, me mezclo entre la gente, maquillo mi timidez y saco un par de sonrisas para convencer que todo está bien.  Me encanta pasearme por las veredas de cualquier población, nunca cambio mi "modus operandi" me encanta éste y con los años lo he perfeccionado.  Sin lucir muy pretenciosa observo a la gente, sus amores y necesidades que le cuelgan en los brazos y ocupan buena porción de su aliento cuando hablan.  Las paredes las memorizo, pasando las manos sobre ellas, nunca se sabe cuando la luz se apagará y tendré que vérmelas en el reconocimiento.  Enamoro a los fantasmas, les envió notas románticas a las energías y tengo un día a la semana para escuchar los sueños de las aves, he de confesar que a los arbustos los acaricio, son parte de mis amores imposibles.

Así paso los días, merodeando a los árboles, tomándoles fotografías, redibujándoles con carboncillo y cuando el crimen debe ser consumado, duermo sobre ellos.  Me acomodo sobre el pasto, trato de perderme entre su corteza y bajo conversaciones triviales les robo esas historias que la gente habla frente a ellos, los problemas que limpian durante la noche y las mañas de la luna que sueña en convertirse en planeta.  

Despierto, luego del retrato respectivo, armo la ficha y bajo un trance hermoso, vuelvo a casa.  Cada una de esas imágenes se traducen, se imprimen y lleno las paredes del saco de lona donde duermo y cuando encuentro algo extraordinario, se arma la fiesta.  Vienen los fantasmas, hacemos rondas y las energías embriagadas leen sus textos frente al espejo para hacerse homenaje.  Nos quitamos el disfraz.  Tiramos listones, comemos helado y si la cosa se sale de control, saltamos en burbujas de espumilla.

Luego de la farra, despierto con el saco cerrado y vuelvo a mi labor.  Las historias deben clasificarse, algunas son tan aburridas que las trituro para relleno de colchones y otras, como la tuya y la nuestra, les corto los bordes, las cubro con protector solar y armo un nuevo vitral que da directo al lago azul.  Ése que tanto nos gustaba.